El aumento espectacular de votos de Vox en las elecciones autonómicas de Extremadura (captando incluso algunos de antiguos votantes socialistas) y las previsiones demoscópicas de resultados similares para formaciones como Aliança Catalana en Catalunya se explican, en mi opinión, por varios motivos.
A mi entender, hay tres tipos de voto que justifican ese crecimiento:
En primer lugar, un voto que podemos denominar “convencido”: ciudadanos que han comprado el discurso de dichas formaciones, y que consideran (equivocados o no) que hay demasiados inmigrantes, o que el Islam representa un problema para nuestra civilización, que la agenda “woke” ha rebasado los límites de lo razonable, que la integridad de España está en peligro o que hace falta un golpe de timón hacia estribor para recuperar el rumbo, ante los pactos del PSOE para mantenerse en el poder y la inestabilidad que han provocado.
Un segundo bloque de votos representa claramente un voto antisistema. Si los partidos tradicionales, en especial los dos más poderosos, caen de manera reiterada en la corrupción cuando gobiernan, si en la izquierda feminista abundan los casos de acoso sexual, si la democracia liberal muestra muchas grietas, la única manera de denunciarlo y castigar a los de siempre es votar lo nuevo, lo diferente, incluso aunque no se compartan gran parte de sus propuestas. En Catalunya, el castigo se amplía también a los partidos independentistas que engañaron a tanta gente prometiendo lo que eran incapaces de conseguir y defender.
Y finalmente, hay un voto “pop”, más emocional, que funciona por corrientes de opinión. Estamos ante una ola, alimentada en las redes sociales, que, especialmente entre los más jóvenes, invita a votar a dichas formaciones. Votar Vox o Aliança es cool, ha dejado de ser algo tabú en determinados círculos, y no solo no está mal visto, sino que se ha puesto de moda.

Hay dirigentes políticos que se rasgan las vestiduras frente a un fenómeno que parece imparable, pero muchos de ellos son corresponsables, por acción u omisión, de lo que está ocurriendo, y parece tarde para frenarlo. El argumento del miedo ya no va a ser suficiente, me temo, para evitarlo.
José-Manuel Silva Alcalde
Abogado, periodista y profesor universitario (UAO-UAB)
